
Creta, la isla soñada.
Ya hace unos días que tenemos ganas de escribir sobre nuestro viaje fuerte de este verano pasado. Este verano me tocaba a mí elegir y (si algunos me conocéis sabéis que me pierde la historia clásica) ya hacía mucho que le decía Pere que tenía ganas de ver Grecia. Ya había estado con mi padre hacía unos años, pero en un viaje de crucero que nos dio poco tiempo para disfrutar de cada isla y ciudad. Así pues, ya con la idea clara hicimos búsqueda sobre las islas griegas para ver qué podíamos visitar. No queríamos Santorini ni Mykonos porque con el boom que han tenido últimamente pensábamos que estarían a rebosar de gente, así que al final nos decantamos por la preciosa Creta.
El viaje constó en unos días en Creta y, posteriormente, tres días en Atenas. En el post de hoy hablaremos exclusivamente de Creta, que realmente fue la joya del viaje.
Nuestro vuelo salía a las 00:05 h del Prat, por lo que aterrizamos a una hora enfermiza a Heraklion… a las 4:10 de la madrugada bajábamos del avión. De todos modos, hasta la zona de Chania, donde teníamos el apartamento, había un buen rato en coche (es una isla grande y las distancias de un punto a otro suelen ser muy largas). Este, por cierto, lo alquilamos con una empresa local que recomendamos mucho: Anna Cars. Económico y muy buen servicio. Al salir del mini aeropuerto nos esperaban (a las tantas, recordemos la hora) con un cartel con nuestro nombre. Pagas el precio que te dicen desde un buen principio, en lugar de utilizar la táctica de muchas otras agencias de este tipo, donde te dicen un precio muy bajo y luego lo aumentan con seguros y excusas.
Como curiosidad… si vas a Creta verás que en muchos lugares cuando pagues algo, las personas que te estén atendiendo se ponen el dinero en su propia cartera. Esto nos sorprendió la primera vez al verlo en el lugar donde alquilamos el coche, pero después de estar en algún bar y restaurante, vimos que es una práctica habitual.
Ya en la carretera vimos que los cretenses conducen como si fueran Kamikazes. Las carreteras son de un dudoso asfaltado y nos llevamos más de un susto, ya que tienen la costumbre de adelantarte siempre aunque las carreteras sean de un carril o sean de doble dirección. De hecho, para ellos es normal y cuando no quieren correr demasiado o ven que un coche les quiere avanzar, se pegan lo máximo al lateral de la derecha para que los vehículos puedan pasar.
Llegamos a Chania a la hora del desayuno, así que hicimos un bocado por la ciudad y una vuelta por el puerto antes de poner dirección hacia el apartamento. Este se encontraba en Malaxa, a unos 15 minutos en coche. El apartamento Panos Village en esta ocasión fue un gran acierto: la situación era inmejorable, con unas vistas espectaculares y una piscina chulísima. Si bien el apartamento en sí era normalito (las estancias) la situación hacía que valiera la pena dormir allí. Además, la relación calidad precio fue genial y la atención de la dueña de 10. Sólo llegar y presentarse, nos llevó café griego recién hecho y una bandeja de fruta fresca riquísima.
El primer día fuimos a la playa de Seitán Limania, la cual es una calita preciosa donde para llegar hay que ir en coche por una carretera muy estrecha y bajar por un camino de piedras a pie. Literalmente es una cala de cabras, como se puede ver en las fotos. Nos encantó y aunque el agua estuviera más bien fresquita disfrutamos como ballenatos bebés tirándonos a la transparente agua. Por la noche, después de arreglarnos un poco, volvimos a Chania para ver la ciudad y pasear por el puerto veneciano de noche. Cenamos en un restaurante que debe triunfar como el Colacao, porque estaba hasta los topes de gente, llamado Tamam (49 Spyridonos Zambeliou), y que nos gustó bastante.

La mañana siguiente fuimos a otra playa de ensueño: Elafonisi. Se caracteriza por ser una playa de aguas cristalinas y de arena clara, con un toque rosado, ya que con la arena se fusionan un montón de pequeñas conchas que le dan ese color. Fuimos los primeros o casi en plantar las toallas (nos gusta llegar muy temprano para evitar masificaciones) y pasamos aquí casi toda la mañana. Hay que decir que aunque acaba yendo mucha gente, al ser una playa tan extensa, no te molesta nadie y tienes suficiente espacio personal. Por la tarde nos dirigimos a Rethymo, otra de las ciudades importantes de la isla. Encontramos un local que se llamaba Cul de Sac, y como nos hizo gracia decidimos cenar allí (mientras Pere veía no recuerdo qué partido de fútbol en las pantallas del restaurante). Seguimos paseando por el puerto y por los callejones de tiendas de la ciudad hasta que volvimos a casa.

El tercer día lo dedicamos a ver la zona de la capital. En primer lugar, como de costumbre, tocó madrugar para ir hacia allí y visitamos el Palacio de Cnosos bajo un sol inclemente (Pere adquirió aquí una gorrita de look de guiri 100% pero que le hizo mucha falta, pobrecito) . Yo estuve encantadísima ya que, aunque ya había estado en el 2010, ahora valoro mucho más estas visitas… la vocación seguramente. Después de hacer la visita, fuimos a Heraklion y vimos el Museo Arqueológico. Paseamos por el centro, comimos en un lugar que fue correcto pero nada fuera de serie y seguimos alrededor hasta llegar al puerto. Tuvimos la pequeña odisea de buscar un lugar donde nos imprimieran los billetes del vuelo hasta Atenas, que era una aerolínea pequeña y en el mail decía que no se podían llevar los billetes en el móvil. Lo conseguimos a una tienda curiosa, donde te vendían tanto trípodes de cámaras como fundas de móvil como encendedores e imanes de nevera.
Nuestro último día entero en la isla llegó, lamentablemente, pero lo aprovechamos a tope. Por la mañana fuimos a la playa de Balos que es impresionante. Si sólo puedes ir a una playa durante tu estancia en esta isla, ve a esta ¡es una pasada! Está a una buena distancia en coche de Chania, en el noroeste de Falasarna y en una reserva natural donde hay que pagar 1 € por persona para acceder en coche. A partir de ahí hay un camino de tierra y curvas durante unos 30 minutos antes de encontrar el aparcamiento. Para acceder a la playa desde aquí hay que ir a pie y es una buena caminata, así que mejor llevar un calzado cómodo, que vimos muchos insensatos con chanclas. En la playa además hay unas hamacas y sombrillas que se puede utilizar por 9 € (dos hamacas y 1 sombrilla), pero también se puede plantar la toalla en la arena y «aparcao». Recomendamos ir bien pronto. Es cierto que nosotros fuimos muy temprano y tampoco estuvimos hasta las tantas, pero cuando subíamos de vuelta el camino hacia la playa parecía las Ramblas. Después de comer ya en el apartamento y hacer un baño en la piscina, volvimos a Chania para ver el puerto veneciano por última vez. Este día probamos el Gyros para cenar, un tipo de comida rápida griega muy económica y que se parece a un Kebab.
















Al día siguiente la dueña del apartamento nos despertó con otra taza de café griego para cada uno y se despidió de nosotros. Ya no nos quedaba demasiado tiempo en Creta, así que fuimos hacia el aeropuerto que nos llevaría a Atenas, ciudad de la que hablaremos en el próximo post.
De Creta nos quedamos con todos y cada uno de los momentos, haciendo que a mi parecer haya sido uno de los mejores viajes que hemos hecho nunca. La gente de la isla es amable y hospitalaria. Los paisajes son espectaculares. Hay historia allí donde mires… Nos salió todo bastante redondo y tenemos unos recuerdos preciosos que estoy convencida de que no olvidaremos. Si estás pensando visitar esta isla no lo dudes, es un sueño hecho realidad.

Los reconfortantes baños de Dorres.

Atenas: Calurosa y caótica.
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